Cuando tenemos un bebé en brazos, muchas veces nos preguntamos: ¿Cómo será cuando sea grande? ¿Tendrá amiguitos? ¿Se parecerá más a su papá o a su mamá? ¿Será sociable o tímido?
Todas estas preguntas tienen algo en común, y es que las respuestas a todas ellas se encuentran en las experiencias que tengan durante la infancia. Aunque en un inicio no parezca que guarde relación, la verdad es que el rol que desempeñan los padres o cuidadores será la guía a futuro para el bebé. Es decir, todo lo que hagamos durante estos primero años es crucial para definir la personalidad del pequeño.
Por ejemplo, si aparece alguna persona extraña, lo primero que hace el bebé es voltear a ver a su madre para ver su reacción. Si el gesto de la misma es tranquilo, esta tranquilidad se la transmite a su pequeño, y él puede confiar. En caso suceda lo contrario, la madre responde con un gesto de incomodidad, su hijo también desconfiará del extraño.
Teniendo esto en cuenta, el cómo nos relacionamos con los demás: amigos, pareja, etc, se ve marcado por cómo nos relacionamos con nuestros padres en un inicio. Entonces, el tipo de vínculo que los niños establezcan con sus padres será la guía de que vamos a esperar de nuestro entorno.
Pero, ¿cómo se establece ese primer vínculo? Para lograr formar un vínculo, o también llamado apego seguro, la misión la tienen los padres. El primer vínculo que él bebé va a conocer es con ellos. Dependerá de la sensibilidad y calidad de respuesta que le otorguen a sus necesidades, lo que le ponga la nota de calidad a ésta relación. La teoría de Bowlby nos enseña que se pueden dar 4 tipos de apego: Seguro, inseguro-evitativo, inseguro ambivalente, inseguro desorganizado. Mientras que los tres últimos nos hablan de relacionamientos débiles, donde el niño no recibió la atención o el cuidado requerido; el primero nos habla de una relación segura.
Si de pequeños les mostramos sensibilidad, respondemos a sus pedidos, nos ponemos a su disposición, ponemos límites claros; todo esto va a conllevar a que el bebé encuentre en sus padres una base segura que los invita a querer explorar nuevos ambientes, personas, objetos, sabiendo que puede ir a descubrir un nuevo mundo con la tranquilidad de que mamá y/o papá estarán ahí para protegerlo en caso lo necesite.
Sabemos que, por lo corrido de nuestros días, poder ofrecerle ese tiempo de calidad se torna cada vez más difícil, es por eso que los momentos que tengamos de contacto con nuestro bebé deben de ser de calidad. Así mismo, es impotante también poder ofrecerle espacios seguros donde se pueda, a través de juegos, lenguaje, caricias, enseñarle y compartir con él. Espacios como ludotecas, paseos en familia, juegos en casa, acompañamiento temprano, son momentos en los que podemos aprovechar para estrechar este vínculo de una manera segura.
Escrito por:
Anabelén Lopez Orchard
Int. En Psicología Educativa y Desarrollo Humano